CRÓNICAS DE RAFAEL SÁNCHEZ ARMAS

CALLE "AGUSTÍN MILLARES SALL" EN LAS PALMAS DE GRAN CANARIA

AGUSTÍN MILLARES SALL MIEMBRO DE FALANGE ESPAÑOLA

SECRETARIO DE PRENSA DE FALANGE

Ha dicho Pedro César Imperator que pasará a la historia como el desenterrador de Franco del Valle de los Caídos. Mala suerte para la familia de Agustín Millares Sall, antiguo secretario de Prensa de la Falange Española, porque también deberá ser "desmemorizado" como Paca la Culona (como el general Queipo de Llano y Sierra llamaba cariñosamente a Francisco Franco Bahamode).

Durante muchas décadas el falangista Agustín Millares Sall permaneció "arropado" por la izquierda falsaria canaria. Nadie osaba hablar de sus antecedentes franquistas convictos y confesos. Pero cuando regresé a Las Palmas de Gran Canaria después de muchas décadas de ausencia desvelé la milonga. ¡Cómo se pusieron los muchachos, muchachas y muchaches del PSOE y los estalinistas como César Placeres Cebolleta ese carcamal resentido de Radio San Subvención y "compañero" de Podemos mearnos de risa! Tremendo el padre de los "historiadores" Agustín y Sergio Millares Cantero (Sergio Millares colega de Victoria Rosell Aguilar y encubridor de la okupación de la servidumbre de paso de la calle Maestro Rodó en el Barranquillo de Don Zoilo). Artículo de Agustín Millares Sall en el periódico "Falange" más tarde bautizado como "El Eco de Canarias" (aún recuerdo cómo me ensuciaba las manos siendo niño con aquel reguero de tinta negra):

"Por qué milito en las filas de Falange. No pocos críticos callejeros, al conocer esta decisión y conversión mía, hilvanarán a causa de los prejuicios políticos, palabras malsonantes y de desprecio, creyendo enjuiciar una claudicación vergonzosa o una posición momentánea de conveniencias positivas. No las he oído ni me las han indicado; sólo el conocimiento de la psicología de los que aún llevan en sus hombros las viejas actuaciones por orgullo y despecho, me bastan para suponerlo. Anteponen el interés y el enaltecimiento personal por el sacrificio al solar español, que lleva en sus entrañas doloridas a un pueblo hambriento y envenenado por la política materialista y parlamentaria. Yo ya me he desprendido, INTENTO POR LO MENOS DESPRENDERME, de lo que a pesar de muchos solo es ya una falsa y absurda opinión que no debió ser pensada si quiera. ¡Cuántas desviaciones suicidas se han evitado con un levantamiento general de todo un pueblo que siente, que vibra de entusiasmo por la reconstrucción general! Mi conversión fue desarrollándose a medida que avanzaba una actitud digna e inigualada. Veía surgir en un desfile azul, de caras que miraban al sol sonrientes, a una nueva España que no había conocido, que no me había supuesto jamás. Tan acostumbrado estaba a ver una España sin sentido propio, sin unidad regional, agotada y destrozada por las luchas crueles y despiadadas de los partidos políticos, que sólo ver una mínima transformación, porque aún no ha terminado el período de guerra, mi espíritu ha reaccionado con una decisión inexorable, decidido a sufrir y a padecer los desprecios, pero con la cabeza bien alta y con la cara al sol que ha de purificarnos para ser mañana los ciudadanos dignos del Estado nuevo. Sólo una consideración me ha decidido a ultimar y a retirar mi vacilación. Se crea un Estado nuevo, con nuevas formas de vida, con una justicia clara y un porvenir indiscutiblemente regenerador. ¡Qué menos puedo hacer yo que mostrarme puro, despredido de la costra política y constituirme nuevo, como esa España que nace, como esos españoles que se constituyen también nuevos, en el amanecer glorioso de un cielo azul, fervorosamente imperial!" Agustín Millares, en Arrecife, en el Año II de la Era Azul.

¡Bendito sea Dios! Y pensar que un sobrino de este mequetre, la fracote (comemierda en portugués) Michel Jorge Millares, plumilla del pasquín del multicondenado Anacleto (Carlos Sosa Báez) se permitió dirigirse a mí sin haberlo yo invitado a mi cuenta de twitter para hacer de macho siendo una mariposa. Del guantazo sin mano esta payasa de mierda no volvió a resollar. De haberlo hecho le hubiera dado la oportunidad de conocerme personalmente cerca de la Clínica Cajal (donde lo había ubicado) para felicitarlo, naturalmente, por su legado kurturá.

Qué pesimo "negocio" hizo la izquierda falsaria cuando pretendió asustarme por haber señalado yo a DON Jerónimo Saavedra Acevedo como uno de los cabecillas del Partido del GAL. Me estaban vigilando desde mi regreso a mi patria, Gran Canaria, donde también nació mi madre y la madre de mi madre, y Anacleto (hoy ya no tengo dudas) metió el hocico y el "estado mayor" tramó el ajuste de cuentas: obligarme a marcharme de Gran Canaria o meterme en cana (como dicen los argentinos) o cerrarme la página digital valiéndose de algún amigo, amiga o amigue de la casta judicial. ¡Culigaos! (como dicen los colombianos). ¿Acabar conmigo así por las buenas? ¿Es que Momo, Momito, Momete no sabía quién era yo? Siendo él ministro de Felipe González y yo presidente de la Organización de Usuarios de la Justicia me mandó una carta felicitándome por haber cambiado la pistola por la palabra. ¿La pistola? Efectivamente formé parte del MPAIAC, pero deserté en vísperas de las primeras elecciones democráticas en España.

Aunque aposté por la democracia siempre me gustó tener a mano una máquina de hacer difuntos por si las moscas. Hace unos años, en Centroamérica, gracias a ir armado, junto a otro compadre de la vida, evitamos quien sabe si no sólo la violación de una mujer sino también su posterior asesinato. Varios amigos iban en sendos vehículos; uno tuvo un avería y en el otro un par de ocupantes fueron a buscar un mecánico. Durante la espera junto a una aldea a orillas de la carretera aparecieron varios bandidos de la zona y le echaron el ojo a una de las mujeres. Intentaron pedir auxilio pero los aldeanos permanecieron en silencio sin abrir sus puertas ni mirar por las ventanas. "¿Qué está pasando ahí?", dijo mi compadre. Yo iba de copiloto. Las mujeres estaban agitando los brazos en el centro de la calzada. Bajamos y los bandidos, cuchillo en mano, se encararon con nosotros. Cuchillos, palos, machetes. Desenfundamos la máquina de hacer difuntos y huyeron despavoridos hacia el campo.

También la noche del fallido golpe de Estado de 1981 desempolvé la Walther PPK de grato recuerdo por su lealtad. Me encontraba en Alicante, y en Valencia el general Milans del Bosch había sacado a pasear los carros de combate. Hasta el amanecer estuve pendiente de la radio. En una mano el transistor oyendo a José María García y en la otra el pistolón de nueve cartuchos. Paradojas de la vida, yo, sin haber cumplido el servicio militar, aprendí a manejar las armas en el campo de tiro del Ejército en La Isleta, y ahora estaba dispuesto a defenderme. Efectivamente, caballeras y caballeros, a la edad de diecisiete años empuñé por primeva vez un arma de fuego. Mi patrón, Juan Luis Quevedo Peano, propietario de un almacén de ultramarinos en la calle Buenos Aires, número 3, de Las Palmas de Gran Canaria (donde vivió Juan Negrín López hasta su marcha a Alemania, donde, a la edad de veinte años, se doctoró en Medicina), obtuvo la representación de una empresa de carabinas inglesas. Un teniente de Artillería iba periódicamente por la empresa. Un día, ni corto ni perezoso, le pregunté: "Oiga, teniente. ¿No podría ir yo a La Isleta a pegar unos tiritos como quien no quiere la cosa?". Cada domingo en el Cuartel de Artillería me entregaban una Browning del calibre 9 mm y un cajita de municiones. Intenté tramitar la licencia de armas pero un sargento de la Guardia Civil, con mucho tino, me dijo: "Como eres menor de edad, si te ocurriera algo, tu madre sería la responsable". Mano de santo y me olvidé del asunto. Sin embargo, a pesar de la gentileza del Ejército, más tarde falsifiqué papeles, no para obtener la licencia de armas, sino para eludir el servicio militar obligatorio. Y por si fuera poco, en 1985 me presenté en Las Palmas de Gran Canaria con el libro "Días de silencio, tiempo de cristal", donde revelaba aquel suceso. No lo hice por rebeldía antimilitar porque a mi la milicia y las armas me gustan como sentarme a comer, sino porque mi primera hija ya venía en camino y no iba yo a perder el tiempo sin ganar un duro (tres céntimos de euro) vestido de caqui lejos de mi casa.

Precisamente sobre mi hija y la "amenaza" a su madre (con un catálogo de armas según relató ella en su su primera demanda de separación cuando yo quise cortar el "vínculo" porque en la cabeza no me gusta ni siquiera una cachucha para evitar el solajero) versaba mi testimonio en ese libro presentado en el Club Prensa Canaria (ahora llamado Club La Provincia) gracias a la gentileza, no exenta de valentía de Luis León Barreto por ser yo un "peligroso separatista" canario). La madre de mi hija, socia de la secta feminazi liderada por la siniestra Ana María Pérez del Campo, cuando en dos ocasiones quise separarme de ella (divorcio no hubo en España hasta varios años después) respondió con sendas demandas para robarme a la niña (por ella acepté una inestable reconciliación hasta la separación definitiva). En la primera demanda (de separación) la feminazi alegó una serie de "hechos" falsos y aportó una lista de testigos, también falsos o amañados, y en la segunda demanda (de nulidad porque con la separación no iba a poder casarse de nuevo y con la de nulidad sí podría vestirse por segunda vez de blanco radiante) alegó otra serie de "hechos" diferentes y la consiguiente lista de testigos falsos. En la demanda A dijo que se había casado enamorada, pero en la demanda B (asesorada por la secta feminazi dirigida por Pérez del Campo) dijo lo contrario para poder "argumentar" el conocido subterfugio del "miedo reverencial" (que sólo podía existir antes de la boda según el derecho canónico). La primera demanda la interpuso en Barcelona, donde vivíamos, y la segunda en Madriz o Madrid adonde regresó con sus padres. El abogado-delincuente de la primera demanda redactó, entre los "hechos probados", el descubrimiento por su atemorizada cliente (hoy clienta siguiendo la nomenclatura batata) de un catalógo de armas cortas. ¡Cuánto daño le han hecho a la abogacía ciertos buscapleitos corruptos! ¿No le dio asco a ese abogado-delincuente hurgar en la mierda para fundamentar una demanda? ¿Qué raro había en la existencia de los catálogos de armas habiendo sido yo socio de la embrionaria Federación de Tiro de Las Palmas? Pesaba en esa época unos noventa kilos de músculos y levantaba más de 120 kilos de peso con la barra de halterofilia. ¿En vez de matarla con las manos iba a dar semejante rodeo para comprar un arma? ¿Acaso no había cuchillos de rebanar zanahorias? ¿Y la propia barra de acero de levantar peso para darle un hierrazo en la cabeza? Dos demandas interpuso la seguidora de la secta feminazi y ninguna contesté. De haberlo hecho me hubiera denunciado automáticamente por haber falsificado la documentación para librarme del servicio militar. ¿Cuántos años preso? Si me defendía iba "padentro" y si no me defendía me quedaba también sin mi hija pero al menos en libertad. Elegí la segunda opción, pero sin renunciar a su recuerdo. En 1985, prescrito el delito de falsedad en documento, y con la licencia absoluta del Ejército (establecida a la edad de 36 años) en el bolsillo, publiqué "Días de silencio, tiempo de cristal". Ni cárcel ni movilización con "efecto retroactivo". La feminazi se quedó sin la careta de mujer ejemplar.

Volviendo a Agustín Millares Sall, cuando el Ayuntamiento del PSOE me declaró "persona non grata" por haberme quejado públicamente de la censura en los ordenadores de las bibliotecas municipales, donde revistas como Interviu estaban prohibidas (me prohibían acceder hasta el reportaje "Disidentes del MPAIAC: Cubillo es un fantasma" relacionado con mi propio testimonio en dicha revista). Sin embargo la publicidad sobre la prostitución (precios, especialidades, direcciones) publicada en la prensa isleña estaba a disposición de cualquier usuario de las bibliotecas, incluso los usuarios infantiles. El testaferro del alcalde John Wayne y Anacleto pusieron manos a la obra. El primero me denunció en la Jefatura Superior de Policía (bajo su mando cuando desempeñó el cargo de Delegado en Canarias del Gobierno de Rodríguez Zapatero) y el segundo "habilitó" a su socia-consorte Victoria Rosell Aguilar para "escarmentarme". La policía presentó la denuncia en el Juzgado de Guardia y Victoria Rosell Aguilar, oh, casualidades, ese día estaba de guardia. Ilegalmente se quedó con la denuncia en vez de mandarla a reparto e instruyó el caso. ¿Esta murciana importada en Canarias soñó en algún momento colgarse una medalla a mi costa? Como le advertí repetidamente en algunas de mis crónicas sobre las consecuencias de seguir adelante con una causa sembrada de irregularidades, dio el brazo a torcer y un año despúes archivó definitivamente las Diligencias Previas.

¿Un año perdido en Las Palmas de Gran Canaria? Ni mucho menos porque quiso la Providencia poner en mi camino a la hija nonagenaria del poeta Alonso Quesada (Rafael Romero Quesada) y Rita Suárez Morales. Me la presentó un amigo común porque ella deseaba escribir un libro sobre su vida. Amalia Romero Suárez fue la llave hacia Agustín Millares Sall. El "poeta del pueblo" había militado no sólo en la Falange Española, sino que había ostentado la Secretaría de Prensa. Ardio Troya cuando empecé a publicar cositas de la izquierda falsaria canaria. Agustín Millares Sall; Rafael Roca Suárez (padrastro de Amalia Romero Suárez y secretario en Canarias del Partido Comunista de España); Juan Rodríguez Doreste, el sátrapa, de quien la Federación del PSOE en Las Palmas de Gran Canaria toma nombre... Como Amalia Romero Suárez falleció, aproveché la coyuntura para darle un giro de 180 grados al proyecto del libro tras haber hurgado en la historia de la izquierda canaria.

Me llamó la atención la personalidad de Eduardo Suárez Morales (hermano de la madre de Amalia Romero Suárez y cuñado del falangista José Ignacio Ojeda y Martínez de Escobar). Una vida truncada precozmente. En 1931 la izquierda ganó las elecciones y proclamó la II República donde las mujeres no pintaban nada porque carecían del derecho de sufragio. Dos años después se celebraron los segundos comicios republicanos y las mujeres, ahora sí pudieron ejercer el derechoo de voto por encima de la oposición de la "feminista" Victoria Kent Siano, y ganó la derecha. Por la izquierda (formada por socialistas, comunistas, radicales, separatistas vascos y catalanes, más o menos como ahora el gobierno de Pedro César Imperator y sus multifacéticos aliados circunstanciales) se impuso el PSOE de Francisco Largo Caballero, que, un año después, participó en la Revolución de Octubre (contra el gobierno legitimo de la II República). En Asturias la insurrección se convirtió en una guerra civil. Casi todos los cuarteles de la Guardia Civil fueron destruidos. Intervino el Ejército al mando de Francisco Franco Bahamonde, en aquella época el general más joven de Europa. La derrota de la izquierda provocó una estampida y Largo Caballero terminó siendo procesado aunque posteriormente quedó libre por "falta de pruebas". En 1936, tras la victoria electoral del Frente Popular (coalición de izquierda encabezada por el PSOE e Izquierda Republicana a mucha distancia del resto de partidos), por apenas 150.000 votos de diferencia con el Frente Nacional (coalición de derecha liderada por José Maria Gil-Robles), España definitivamente quedó dividida en dos bandos irreconciliables. La izquierda no ocultaba sus planes sin contar con la otra mitad de la población española y la derecha planeaba cortar por lo sano a tiempo. Disturbios, asesinatos, quema de iglesias. Tras varias intentonas fallidas, el 18 de julio de 1936, a raíz del asesinato del diputado monárquico José Calvo Sotelo a manos de Luis Cuenca Estevas, pistolero de "La Motorizada" una banda dependiente del sindicato UGT y las Juventudes Socialistas de Madrid, el Ejército se rebeló contra el gobierno de la II República. Los primeros fusilamientos ocurrieron en Gran Canaria, precisamente de donde había partido Franco unos días antes para encabezar el Alzamiento Nacional. El diputado comunista Eduardo Suárez Morales y el delegado del Gobierno en la Zona Norte de Gran Canaria, Fernando Egea Ramirez, intentaron tomar las ciudades de Arucas, Gáldar, Guía, Agaete, con el concurso del alcalde de Arucas (nombrado a dedo por el Frente Popular), pero no pasaron de la tentativa porque un grupo de voluntarios civiles y militares truncaron sus planes. Empezaron a correr y no pararon hasta llegar a la playa del Asno, en La Aldea, donde fueron cercados por el guardacostas "Arcila" al mando del teniente de navío (capitán de la Armada) Fernando Balen García con el alférez de navío Gabriel Pita da Veiga y Sanz (posterior ministro de Defensa en el período 1973-1977) como segundo oficial. Primeron sonaron los cañones de 76 mm del guardacostas y después bajaron a tierra Gabriel Pita da Veiga y Sanz y un sargento de la Guardia Civil. Los fugitivos se rendieron sin oponer resistencia. El 23 de julio el buque estaba de regreso en Las Palmas de Gran Canaria. Un consejo de guerra condenó a muerte a Suárez Morales y Egea Remírez. El 6 de agosto de 1936 ya estaban fusilados.

Juan Rodríguez Doreste, cuando estalló el Alzamiento Nacional, estaba en Madrid. Regresó precipitadamente a Gran Canaria, no para defender a Eduardo Suárez Morales, sino para esconderse como una rata después de haber participado en un mitin, en Telde, con Suárez Morales, donde también dio vítores a la Revolución de Octubre. ¿Revolución de Octubre de Asturias o Revolución de Octubre de Rusia? Ambas de cariz marxistaleninista en tiempos pre bélicos. Tremendo sátrapa hasta terminar de felpudo del capitán general de Canarias Jesús González del Yerro. Breve pero necesaria biografía de Juanito Rodríguez Doreste.

TRILERO | FARSANTE | NARCISO
¿TAMBIÉN COBARDE?

No tengo elementos de juicio para afirmarlo ni desmentirlo porque no estamos en guerra civil. ¿Qué hubiera hecho Pedro César Imperator en 1981 de haberse topado con el entonces TC de la Guardia Civil Antonio Tejero Molina? Entró en el Congreso de los Diputados, pistola en mano:

"¡Quieto todo el mundo! ¡Al suelo! ¡Se sienten, coño!".

Felipe González Márquez, a la sazón secretario general del PSOE, no lo dudó ni un segundo, obedeció de inmediato. Más tarde pasó a la historia como un "héroe" del terrorismo de Estado. El GAL nació a la sombra del PSOE.

¿Qué hubiera hecho Pedro César Imperator de haberse enfrentado a Francisco Franco Bahamonde en la guerra civil? De momento, ochenta años después de la derrota del Frente Popular en el campo de batalla, y a cincuenta años de la muerte del Caudillo (en la cama), tras cuatro décadas de Dictadura, Pedro César Imperator va a pasar a la "historia" por haber desenterrado los huesos de Franco del Valle de los Caídos. Casi noventa años esperando para ganarle la guerra a Paca la Culona (dicho sin ánimo injuriandi). ¡Bravo, Pedro César!

PERIKO ESE HOMBRE

PERIKO QUÉ MIEDO ME DAN TUS GENERALES
¿ME SACASTE DE LA FOSA PARA DEFENDER EL NAZISMO EN UCRANIA?

¿VOTAR O BOTAR? NI TRILEROS NI FEMINAZIS BÓTALOS

CAMPOS DE CONCETRACIÓN EN LA II REPÚBLICA

HOMENAJE A JUAN RODRIGUEZ DORESTE

BELARRA LA JOMEINI PODEMITA

FEMINISTA VICTORIA ROSELL CON BELARRA

CANDIDATA PODEMITA CONDENADA POR ASESINATO

QUITAR EL NOMBRE DE IES AGUSTÍN MILLARES SALL


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RAFAEL SÁNCHEZ ARMAS

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