CRÓNICAS DE RAFAEL SÁNCHEZ ARMAS
HUERTA SUR DE VALENCIA
TERRITORIO INUNDABLE OCUPADO
POR LA URBANIZACIÓN DESCONTROLADA
No ha sido el "cambio climático" aludido por el "dostor" cum fraude Pedro Sánchez Ciruela (no sabía leer y puso escuela) la causa de la gota fría sobre Valencia (un fenómeno meteorológico propio en otoño en la costa española mediterránea). Un fenómeno sin relación con el clima, por ejemplo, de Canarias. En las "Islas Afortunadas" "sufrimos" otro tipo de "cambio climático" como es la
panza de burro en verano en las islas montañosas como Tenerife y Gran Canaria. ¿Que haga más calor en Las Palmas de Gran Canaria en octubre o noviembre que en julio o agosto precisamente por la panza de burra es un cambio climático que el "dostor" en Ciencias Atmosféricas y Meteorológicas de La Moncloa también va combatir? El daño que hizo
Largo Caballero a España costó muerte y destrucción durante tres años; el daño que está haciendo Pedro Sánchez Ciruela a la salud mental de los españoles comienza a ser un delito de lesa patria.
El desarrollo económico de Valencia sin el correspondiente ordenamiento del territorio atendiendo a las zonas inundables y la construcción de las obras públicas necesarias (embalses y canalización de los ríos y barrancos para preservar la seguridad del suelo agrícola, el turismo, la urbanización y la industria en caso de grandes lluvias) ha provocado la mayor
catástrofe de la historia española. Valencia creció sin orden ni concierto hacia la huerta del sur. En pocas décadas la superpoblación invadió las cuencas de los
barrancos de viviendas, comercios, empresas, hospitales, polígonos industriales, carreteras, instalaciones deportivas, grandes centros comerciales. Con el
Plan Hidrológico Nacional boicoteado por Rodríguez Zapatero posiblemente se hubiera evitado muchas muertes y la ruina de la región. Y el mangante de La Moncloa diciendo que el "cambio climático mata". ¿Vas a ordenar la detención de ZP?
La brutal avenida de la
Rambla del Poyo arrasó sin obstáculos las poblaciones levantadas en el cauce desde Picanya, Aldaia, Paiporta, Catarroja y Alfafar hasta Picassent; más de
setenta municipios afectados. Un tercio del PIB valenciano.
Canarias nunca sufrirá una gota fria porque el chorro de aire polar no es capaz de descender hasta latitudes semitropicales y menos si la corriente de Canarias se mantiene templada. El caso del mar Mediterráno es diferente sobre todo despues de un verano tórrido. La confluencia del chorro procedente del polo norte y las aguas cálidas del Mediterráneo son el origen de las torrenciales lluvias en la costa levantina española. Sin embaro Canarias no está libre de una catástrofe natural por ser tierra
volcánica. ¿Qué pasaria si el Teide un día se levantara malhumorado? Hace doscientos años tuvo lugar la última erupción, y la
vigilancia es continua. El "monstruo" está a poco más de 100 kilómetros de la playa de Maspalomas. El posilble tsunami después de una brutal erupción se llevaría por delante a Las Palmas de Gran Canaria. Pa
cagarse patas abajo caballeras y cabelleros.
Canarias esta amenazada de muerte, pero no por una catástrofe sísmica ni meteorológica. El hundimiento de Canarias ya comenzó, y es de carácter demográfico. ¿Es habitable íntegramente la superficie (7.500 kilómetros cuadrados) de Canarias? ¿Seguir edificando hoteles, viviendas y carreteras en los menguados bosques, huertas y montañas? ¿Por qué se permite la entrada de nuevos inmigrantes si los residente no tienen donde vivir? No hay en el mundo un territorio con el índice demográfico de Canarias (contando a residentes y turistas más de veinte millones; 3.000 ocupantes por kilómetro cuadrado) salvo Hong Kong, Gibraltar o Singapur. Hace años un simplón canario (hoy a la diestra del Señor) defendió el aumento de la población porque "aún hay territorio suficiente". ¿Quizá durmiento de pie y cagando sin moverse de sitio? Que los municipios sureños de Gran Canaria tengan empadronada a gente de cien nacionalidades o más ha sido considerado por sus alcalduchos como una muestra ejemplar de la "universalidad" canaria. Muchos ciudadanos han empezado a movilizarse contra la superpoblación originada por la macroexplotacion turística de las "Islas Afortunadas" (un negocio redondo para los operadores turísticos extranjeros y los grandes empresarios hoteleros europeos) pero ya es tarde. ¿Qué pretenden esas manifestaciones? ¿Que echen abajo una buena parte de los hoteles? ¿Y dónde van a vivir los inmigrantes contratados legalmente en origen o contratados por la puerta de atrás por haber entrado en las islas de forma descontrolada siguiendo la filosofia "progresista" de "aquí cabemos todos" y si dices lo contrario te llamo racista y xenófobo? Valencia no tendrá remedio ni transcurrido medio siglo y
Canarias tampoco
MALTHUS EN CANARIAS
"El inglés Thomas Robert Malthus, uno de los grandes economistas clásicos, a caballo entre el siglo XVIII y XIX, y autor del "Ensayo sobre el principio de la población" (1798), estimó que había un problema de recursos para abastecer a una población que crece de forma geométrica, de forma tal que, con una producción agrícola creciendo de forma aritmética, era inevitable, salvo que se adoptaran medidas drásticas que hoy probablemente consideraríamos inmorales, que la miseria y el hambre se apoderara de la población pobre, de forma creciente. Se basaba para ello, en parte, en las observaciones del dieciochesco fisiócrata francés Jacques Turgot, que formuló la Ley de los rendimientos decrecientes, según la cual (citamos aquí a Ramón Tamames) "a partir de cierto punto, el rendimiento de la tierra tiende a estabilizarse o disminuir si se avanza en el empleo de los otros factores: trabajo y capital". Sus observaciones fueron denostadas de forma conspicua por las corrientes económicas posteriores, que aducían para ello: el fracaso real de sus predicciones en las siguientes décadas y siglos; la crítica marxista que consideró que el problema de la pobreza no tenía su origen en la superpoblación sino en la mala distribución de recursos, y los inmensos avances en la productividad de la tierra y en el sistema sanitario, que han permitido al planeta mantener una población en continuo crecimiento exponencial. Sin embargo, la historia parece estar dando la razón al clásico. Garret Hardin, Al Barlett y una creciente pléyade de estudios de los recursos de la Tierra (los estadistas Meadows, Brown; los geólogos Campbell, Deffeyes, Youngquist, etc.), han advertido desde hace años de la insostenibilidad de la cifra actual de población mundial y su crecimiento. Parten todos ellos de la apreciación de que se ha superado ampliamente la capacidad de carga del Planeta y que, por lo tanto, tarde o temprano, la implacable "Ley" de Malthus -que la revolución industrial y energética fósil retrasó un par de siglos, pero no invalidó- podría ejecutarse sobre la población de la Tierra, una población que crece de forma exponencial, y que lo ha hecho de forma paralela a la creciente disponibilidad de energía fósil que ha tenido la humanidad hasta ahora. El problema es que iniciamos el declive energético histórico, a partir del cercano cenit del petróleo, y con él muy probablemente el declive poblacional mundial que, de forma caótica o civilizada, tendrá lugar. El "asunto de la población" es uno de los tabúes más importantes de nuestra sociedad. A pesar de que la Humanidad ha experimentado en estos últimos dos siglos episodios regionales de hambrunas y decrecimientos locales de población, y que hay ya 850 millones de personas hoy desnutridas, motivado por un despojo brutal de recursos en muchas zonas del Planeta, nunca se había enfrentado al reto que supone el estado actual de "decrecimiento global en los rendimientos" del sistema agroalimentario mundial. Partiendo de la extraordinaria dependencia energética que tiene la alimentación mundial -por cada caloría alimentaria obtenida se emplea hoy, de media, unas diez calorías equivalentes que provienen de la energía fósil- un sencillo silogismo nos llevaría a concluir que, a falta de alternativas globales y locales que hoy no existen, el decrecimiento en la disponibilidad de energía a nivel global conllevaría un decrecimiento en la disponibilidad de alimentos: menos alimentos para cada vez más población y, además, distribuidos de forma absolutamente desigual. El consecuente, a falta de otro modelo socioeconómico de decrecimiento en el consumo y reparto más justo de recursos, es un claro descenso de población: no obstante, no sólo es cuestión de redistribución, sino de clara superación de los límites. Se incorporarían al hambre ya existente grupos de población más numerosos. El aserto de Malthus, implacable, no solo se corrobora con el decrecimiento en el rendimiento de las cosechas de la actual Revolución verde, sino con la pérdida cada vez mayor de suelo y la sobreexplotación de acuíferos, provocado todo ellos por el uso intensivo de energía fósil. Como advierte Lester Brown, las reservas de grano del mundo están en sus peores momentos desde hace décadas; China ha comenzado de forma creciente a importar alimentos del exterior: ya no puede alimentar a su población; y, para más inri, existe un riesgo cierto de desviación de superficie y cosechas mundiales de grano y otros productos hacia los biocombustibles, para alimentar coches en vez de personas. Estamos a las puertas de una gran crisis alimentaria mundial, paralela a la crisis energética fósil. El mundo no tiene, hoy por hoy, recursos para alimentar a su población como lo hace, si empieza a disminuir el suministro energético, y éste afecta al sector agropecuario, más aún con las reglas de comercio mundial, que ya matan de hambre a millones de personas al año. Los tractores no funcionan con paneles solares ni existen sustitutos a la producción mundial de fertilizantes y pesticidas, como tampoco hoy hay ningún buque del mundo, o sistema de riego que funcione integralmente con otra energía que no sea la fósil. Tampoco hay mucha más tierra: el Planeta no es infinito, y estamos agotando y desertificando la tierra fértil. Tenemos que cultivarlo todo, pero ¿todo es suficiente? La cuestión de la superpoblación mundial debería ser asumida por el conjunto de los gobiernos del mundo para promover políticas de control y reducción civilizada y humana de la misma. El experto en energía y alimentación, David Pimentel (Universidad de Cornell), junto a multitud de expertos, además de advertir de esta situación, propone inclusive medidas que permitan a la población mundial decrecer a un "óptimo" de dos mil millones de personas, menos de un tercio de los habitantes del Planeta hoy existentes, a lo largo del Siglo XXI, al tiempo que hacer de la producción de alimentos una actividad menos dependiente de los combustibles fósiles, y de forma urgente. Malthus no saldría de su asombro en un viaje por Canarias. El archipiélago es, sin duda alguna, uno de los territorios del mundo –junto a las grandes conurbaciones– más vulnerable al decrecimiento energético. El viejo párroco, cuyas tesis ya visitaran las islas en épocas no tan lejanas de hambrunas y emigración masiva de los isleños, contemplaría que los canarios se alimentan hoy vía marítima, de forma increíblemente opulenta, como nunca soñara. Preguntaría probablemente por las cosechas insulares y alguien le contestaría que desde hace años los lugareños no se alimentan de su suelo y que, además, no sólo la producción agrícola interior no crece de forma aritmética sino que está en una crónica vía de extinción, y además están asfaltando el suelo. Sobrecogido, el inglés contemplaría el gran espectáculo de una vulnerable población insular que acude, solícita, a centros comerciales enormes, sólo sustentados con un recurso finito del exterior, en declive irreversible en pocos años, y todo ello milagrosamente importado de medio mundo. Mientras se aleja a su isla natal en una línea de bajo coste, Malthus vería en Canarias la siniestra confirmación de su tesis: un Planeta superpoblado, un archipiélago que ha crecido exponencialmente se enfrenta ya no al crecimiento aritmético de la producción alimentaria sino a su más que probable retroceso, sin haber cuidado sus tierras ni los recursos más elementales para gestionar de forma civilizada este nuevo estadío de declive energético alimentario. "El banquete de Malthus" (Garret Hardin, "Viviendo en los límites") simplemente está comenzando". Juan Jesús Bermúdez Ferrer.
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