AMALIA ROMERO HIJA DEL POETA ALONSO QUESADA
Retrato de una época, retrato de Gran Canaria
Treinta años estuvo Monseñor Antonio Pildain Zapiain velando por la salvación eterna de los descarriados de la Diócesis de Canarias. Murió en la Clínica de San Roque a principios de mayo de 1973. Mientras se debatía entre la vida y la muerte, en una habitación próxima, nació una niña por cesárea. La depositaron en una cunita junto a la madre, dormida profundamente. El padre de la recién nacida la contemplaba absorto. Le pasó un dedo por su manita y la niña se aferró a él como un náufrago a una tabla. Permanecieron así mucho rato, hasta el siguiente biberón. Vida y muerte, muerte y vida. Las dos caras de la misma moneda a escasos metros. A la niña la bautizaron con el nombre de María Teresa.
Nació Monseñor Pildain Zapiain a orillas del río guipuzcoano Oiartzun, el 17 de enero de 1890, hijo de un marino mercante y una maestra de escuela. De ambos heredó el amor por la mar y por la palabra. En 1911 obtuvo el doctorado en teología en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma y dos años después el obispo de Vitoria José Cadena Eleta lo ordenó sacerdote. Enamorado de la palabra empezó a pronunciar sermones, discursos y conferencias en Toledo, Bilbao, Vitoria, Oviedo, Lugo, Santiago de Compostela, Zaragoza, Valencia, Madrid, San Sebastián, Barcelona, Santander. "Dios lo hizo orador" (José Cabezas Vaz). Diputado en las Cortes Constituyentes de la la II República siempre hizo gala de su condición de sacerdote. Vestido con la sotana hizo del hemiciclo su púlpito contra el proyecto de Constitución, la secularización de los cementerios, la supresión de ciertos periódicos religiosos, el decreto de disolución de la Compañía de Jesús. Concluido el binomio reformista, Monseñor Pildain Zapiain regresó a la docencia en el Seminacio Conciliar de Vitoria. El 14 de febrero de 1937 es consagrado obispo de la Diócesis de Canarias por Pío XI. Abandona Roma y embarca en Nápoles en el “Highland Brigade”, un barco de 14.000 TRB, con centenares de italianos rumbo a Brasil. En Lisboa embarcaron más emigrantes gallegos y portugueses. Amaneciendo el 19 de marzo de 1937 el capitán del "Highland Brigade" avistó el faro de La Isleta. A media mañana Monseñor Pildain Zapiain recibió un caluroso recibimiento en la marquesina del muelle de Santa Catalina. Junto a la Comisión del Cabildo Catedral atravesó la ciudad en un automóvil descubierto hasta la plaza de Santa Ana. Gente subida hasta en las farolas para conocer de cerca a su nuevo obispo. Repique de las campanas de la Catedral de Canarias a los acordes del Himno Nacional. Banderas rojigualdas, vítores, aplausos. Bajo palio entró en la catedral hasta el Altar Mayor. Postrado ante el Santísimo Sacramento rezó brevemente. Después del "tedeum" subió al púlpito. Primer discurso del obispo en Canarias. Ya no paró de hablar durante treinta años seguidos. Ni de hablar ni de escribir: conferencias, discursos, sermones, homilías, cartas pastorales, exhortaciones, circulares, decretos, edictos, disposiciones, mandatos, advertencias, oficios, normas, comunicados, avisos. Monseñor Pildain Zapiain, aliado del Movimiento Nacional en la represión del pecado de la carne, prohibió bañarse juntos en la playa a hombres y mujeres (propuso una soga para separar a ambos congéneres masculinos y femeninos), amenazó a los curas con excomulgarlos si iban a ver partidos de fútbol. No perdonaba una en materia de cine de relajo, como la película “Gilda”, censurada para todos los públicos. Monseñor Pildain Zapiain se convirtió en un martillo de la herejía mundana. En plena década de 1960 hasta las desvergonzadas turistas andaban con pie de plomo. Nada de bikinis en las playas.
... continuará en breve...
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