"El que fuera durante muchos años "juez estrella" de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, inauguró la semana pasada la Universidad de Verano de Adeje (ULL), un acto central que marca el calendario universal de toda actividad académica. Como es lógico respetamos la presunción de inocencia a la que tenemos derecho todos los españoles, pero no por ello dejamos de manifestar nuestras dudas sobre la conveniencia de que un juez que ha sido apartado de sus funciones y que está siendo juzgado por prevaricación (cuatro casos) sea el encargado de leer la lección inaugural de unos cursos universitarios.
Es verdad que la Universidad debe servir de tribuna para todos los miembros de la sociedad, pero no es menos cierto que no debe ser utilizada como altavoz social de personas que, por ahora, y como mínimo, merecen un respetuoso "non grato". ¿A quién se le pudo ocurrir invitar a este personaje?
No nos parece que sea la persona idónea por muchos motivos, pero sobre todo porque no creemos que sea un ejemplo de buenhacer, ni un modelo a seguir para los jóvenes universitarios. De hecho, la drástica reducción del número de personas que acudieron a este acto con respecto a todas las ediciones anteriores nos permite concluir que muchas personas están de acuerdo con nosotros.
Tenemos claro que la invitación del juez, sobre el que ya pesa una condena y que está enjuiciado en otros tres asuntos, ha sido un flagrante error. No obstante, en estas líneas no queremos dejar de reconocer la excelente labor que está realizando el equipo que dirige Eduardo Doménech al frente de la Universidad de La Laguna, pues seguro que esta invitación estuvo propiciada por influencias externas. ¿Será por celebrarse en el municipio de Adeje?
Baltazar Garzón siempre ha estado más preocupado por lanzar su carrera al estrellato que por impartir justicia. Siempre ha estado más pendiente de sacarse la foto en una importante operación antidroga inconclusa o firmando autos con repercusión internacional que por buscar la verdad de los casos que tiene o ha tenido entre manos. Hace años que se erigió en el salvador de las causas perdidas, en el Robin Hood del siglo XXI. Sin embargo, ahora parece estar pagando tantos años de desmanes y extralimitaciones. Encima se hace querer como candidato al Premio Nobel de la Paz.
La periodista y escritora Pilar Urbano lo definió muy bien al denominarlo como "el hombre que veía amanecer". Se refería así al hecho de que Garzón siempre se ha visto a sí mismo como el salvador del mundo, como aquel justiciero que madruga para proteger a la Humanidad de los males que la acechan. Sospechamos que todavía no se ha mirado bien al espejo.
Es público que Garzón ha tratado a toda costa de cultivar su imagen de juez independiente y recto, pero la realidad es que al mismo tiempo se preocupaba muy mucho de sacar tajada de todo ello. Sin embargo, no siempre ha conseguido lo que quería. Todavía recordamos sus pinitos políticos; cuando quiso ser ministro. Al no lograrlo, optó por una revancha manifiesta contra el Partido Socialista. Después hizo lo contrario, y es que todo depende de lo que tenga entre manos.
Se ha recorrido medio mundo cobrando sumas ingentes de dinero como conferenciante, sin importarle ni preocuparle si tenía alguna causa abierta contra quien le contrataba. De hecho, no se inhibió de una querella que le llegó contra Emilio Botín después de que el Banco Santander le pagara en 2006 una beca de 200.000 dólares para asistir a un curso en Nueva York. Tampoco comunicó esos ingresos, como tenía que haberlo hecho, al Consejo General del Poder Judicial.
Parece que siempre le ha gustado llevar las cosas al límite y al final, como dice el refranero español, "quien juega con fuego se quema". Así ha llegado hasta el banquillo de los acusados. También es verdad que ha realizado una labor jurídica digna de tener en cuenta, pero ello no justifica sus otras actuaciones.
Está acusado, nada más y nada menos, que de prevaricación, es decir, por actuar mal a sabiendas. Por iniciar una investigación a pesar de que sabía que no era competente para ello. En concreto, se le acusa de iniciar diligencias sobre desapariciones durante la dictadura y atribuir a personas fallecidas delitos que habrían prescrito o que estarían dentro de la Ley de Amnistía de 1977.
Por cierto, en nuestra opinión éste es uno de los peores delitos de los que se puede acusar a un juez, sobre todo porque, lo queramos o no, y, por supuesto, siempre respetando la presunción de inocencia, pone en tela de juicio todas sus actuaciones. Creemos que la mayoría de los jueces españoles son profesionales, rectos y abnegados, pero al señor Garzón no le adornan ninguna de estas virtudes.
El caso es que, para nosotros, independientemente de lo que decidan ahora los tribunales, no fue una buena idea invitar a Baltazar Garzón a inaugurar la Universidad de Verano de Adeje. No fue una decisión acertada, sobre todo porque hay juristas y jueces españoles de reconocida valía y profesionalidad que le habrían dado a esta cita estival un nivel altísimo y que no albergan "dudas" en su currículum.
Estos cursos tienen una trayectoria buenísima y contribuyen a la descentralización de la universidad desde que se creó cuando Marisa Tejedor era rectora, equipo en el que estábamos Antonio Álvarez de la Rosa, quien fue el responsable, y un servidor, que participó en varias ediciones. Tiene unos resultados muy prometedores y les deseamos muchos más". Antonio Alarcó Hernández , vicepresidente del Cabildo Insular de Tenerife.
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