Mientras chateaba con una amiga mexicana me vino a la mente mi primera mujer colombiana, víctima del impune acoso sexual en el trabajo, en la calle. Un rufián casado la dejó preñada como anzuelo para sacarle dinero y acostarse con ella de vez en cuando. En el año 2001 el niño rondaba la edad de nueve años. Empezamos a vivir juntos en una casa situada en Sabaneta, a pocos minutos de la iglesia de la Virgen de los Sicarios, donde los pistoleros de Pablo Escobar Gaviria iban a bendecir sus armas. Como yo viajaba frecuentemente, en uno de esos viajes fuera de Colombia, el acosador volvió a molestarla. Cuando regresé ella estaba atemorizada. "Denúncialo" -dije. Consejo en vano. "Si lo hago me ha amenazado con quitarme el niño y entregárselo a la guerrilla". Posiblemente ha sido la mujer más importante de mi vida. Ni antes ni después he dormido con nadie como con ella. Pero la relación iba camino de convertirse en una pesadilla. Cada viaje, una novedad a la vuelta. Incluso cambió al hijo de colegio y los dos de vivienda. "Si no le pones una demanda para quitarle la patria potestad me voy, te dejo". Decidió hacerlo pero aquel bandido estaba acostumbrado a abusar de una mujer sola, temerosa. Intentando quitarme del medio se inventó un anónimo del autodenominado Ejercito de Liberación Nacional conminándome a abandonar Colombia en 24 horas. "Dame el teléfono de ese hijo de puta". "¡No! Tengo miedo. Puede secuestrar a mi hijo". Jamás olvidaré aquella mirada de angustia. Tuve que espiarla (espiar a mi mujer) para hacerme con el teléfono de aquel criminal. Le di el número a un policía amigo y a las pocas horas ya estaba localizado en su pesebre matrimonial. Cogí la máquina de hacer difuntos y me dirigí a la Comuna 13, donde estaba la casa. Estudié la zona y las rutas de escape. Una semana después todo estaba preparado. Pero súbitamente aquel delincuente renunció por voluntad propia a la patria potestad del niño.


¡Colombia! Acoso a las mujeres en la calle y acoso en el trabajo. Hombres "cariñosos" en todas partes valiéndose de su posición dominante. En la toma de posesión de su cargo de asistente social en un juzgado de Familia de Medellín, el juez le dio la bienvenida a mi mujer con toda clase de piropos. ¿Una mujer capaz e inteligente no puede ser además bonita y hermosa porque entonces los buitres se abalanzan sobre ella? Tan pronto tuvo la oportunidad pidió el traslado a otro juzgado de Familia. Muchas colombiana solas no se atreven ni a visitar a un ginecólogo. Ir solas es no tener un hombre, y por lo tanto presa fácil de los abusadores. ¡Qué asco de sociedad!


El coqueteo es consustancial a la condición humana. Sin coqueteo no hay romance ni noviazgo ni matrimonio. Pero el flirteo ha de ser compartido, no impuesto por una de las partes valiéndose de su poder económico o jerárquico. ¿Por qué mi amiga mexicana no ha podido ascender en el juzgado donde trabaja? ¿Por qué otras compañeras "asequibles" ya han sido promocionadas a pesar de haberse incorporado posteriormente? ¿Puede ella denunciar esta situación? ¿Ante quién? ¿Con qué garantías? ¿Meterse en un callejón sin salida y encima arriesgarse a perder el pan de sus hijos? Bonita y hermosa, y sin embargo condenada a la frustración por ser honrada. ¡Basura de Estado forajido! Información publicada en Facebook

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RAFAEL SÁNCHEZ ARMAS

AGENCIA BK DETECTIVES ASOCIADOS

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