La España del despilfarro, la corrupción y el espionaje, de Luis María Anson en El Mundo
OPINIÓN: CANELA FINA
Descomunal. Este es el adjetivo. Lo que EL MUNDO ha descubierto al investigar las actividades de Interligare pone los pelos de punta en blanco. Coño, hay como siempre corrupción, hay nepotismo, hay amiguismo, hay despilfarro. Pero es que, además, hay espionaje. Espionaje no autorizado por el juez, sino decidido por dirigentes políticos, en el más puro estilo de las dictaduras.
Los escandalosos derroches en palacios, edificios lujosos, despachos de insultante suntuosidad, incontables automóviles, chóferes, escoltas, secretarias, asesores, asistentes, enchufados, gabinetes, viajes gratis total, vertebran la vida de no pocos de nuestros políticos voraces. Pero es que algunos, además del cinismo con el que se aprovechan de los dineros públicos, han caído en la tentación totalitaria de espiar a los rivales para combatirles mejor.
Si hay un escándalo que exige luz y taquígrafos es el de Interligare. Sería injusto generalizar sobre la clase política española, que es mediocre pero honrada en su inmensa mayoría. En el asunto Interligare están condensados todos los abusos de un sector de esa clase política considerada por los ciudadanos como el tercero de los diez grandes problemas que agobian a España. El enriquecimiento particular y el espionaje político caminan del brazo en el escándalo ahora descubierto. La corrupción más abyecta y el abuso del poder subrayan los perfiles de un asunto que exige la fulminante investigación parlamentaria. Y, sobre todo, de la Justicia. Al fiscal general del Estado le debería quemar Interligare entre los dedos. Y decretar en los próximos días la investigación de un escándalo que ha provocado la general indignación ciudadana. Ni siquiera la diáspora veraniega y la tórrida temperatura estival han difuminado el escándalo Interligare, con su carga de estafas, tráfico de influencias, cohecho, falsedad documental y espionaje no autorizado.
Caiga quien caiga, la opinión pública exige que se lleven adelante la investigación parlamentaria y la investigación judicial. La verdad en el idioma de la democracia significa libertad. Pocas dudas en este sentido. Es la verdad la que nos hace libres. Y si se cierran las puertas del Palacio de la Justicia a la verdad, habrá que entrar por las ventanas para ponerla al descubierto. Amicus Plato, sed magis amica veritas, escribió Horacio sobre un proverbio de Aristóteles. Soy amigo de Platón, pero aún lo soy más de la verdad. Sé muy bien que decir todo esto es como arar en el agua. La clase política y la casta sindical han llegado a tal grado de descaro y de cinismo que se han hecho maestras en el arte de echar tierra sobre sus trapisonderías y en protegerse mutuamente. Tanto la política como los sindicatos se han convertido en España en un suculento negocio. Y los que de él se benefician no están dispuestos a renunciar a sus prebendas. Lo que pasa es que el escándalo Interligare ha cruzado todos los límites y tal vez se consiga en este caso despejar el camino turbulento de las trabas, las veleidades y las complicidades.
Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.