Nicola Lococo -
Filósofo Las tribulaciones del oso
Yogi
Nos hallamos en el tranquilo y
apacible Parque Yellystone, donde el pícaro Oso Yogi y su
inseparable compinche de aventuras Bubú tienen instalada su morada.
Ambos se disponen a emprender su habitual paseo matutino anterior al
almuerzo, y de paso, inspeccionar las inmediaciones del paraje en el
que tienen previsto perpetrar su próxima fechoría en el menor tiempo
posible, con la mayor eficacia, al margen de la estrecha vigilancia
a la que les tiene sometidos la autoridad del lugar. Todo va como de
costumbre, y llegan los primeros turistas provistos de las típicas
cestas repletas de exquisitos y suculentos manjares, en los que
seguramente ya habrán reparado los golosos ojos de nuestros dos
simpáticos amigos. Mas, noticias llegadas de muy lejos, darán al
traste con la secuencia lógica de los acontecimientos por todos
conocida, sumiendo en la incertidumbre el despreocupado Carpe Diem,
y el Beatus Ille en el que trascurren sus plácidos días.
¡Huohohoyyy! ¡Búbú! Acabo de darme una vuelta por la cabaña
del guardabosques y no me he podido resistir: le he afanado este
teletipo. ¡Oso que está informadoŠ nunca será cazado! Veamos qué
dice su titular: “El rey de España mata un oso borracho”. ¡He! ¡He!
¡He! ¡Heyyy! Veo la sorpresa en tu gesto Búbú. Yo también he
entendido lo mismo. ¡Craso error! Por esta vez, el rey de copas no
es quien nosotros pensamos, sino nuestro congénere, el bueno de
Mitrofan, otrora alegre y dicharachero colega del osito Misha, a la
sazón, mascota oficial de las Olimpiadas de Moscú.
No sé a ti, ¡Búbú! ¡Pero me da en la nariz que no ha sido limpia
la lid! Nuestro camarada apenas contaba con tres añitos de edad,
pesaba sólo 150 kg, y a fe mía que era goloso y glotón como todo
hijo de vecino, pero nunca probaba el alcohol de no ser obligado a
ello, pues era abstemio. Veamos qué más dice: Bla, bla, bla, un
periódico ruso, el “Kammersant”, se hizo eco del suceso, hará cosa
de una semana, gracias a la denuncia interpuesta por el vicedirector
del departamento para la protección y el desarrollo de los recursos
naturales de Vologda. ¡Hey! ¡Ahí es nada! Llamado Sergei Starostin.
Bla, bla, bla. Este alto funcionario ruso destapó la lamentable y
bochornosa práctica con la que su Gobierno tiene a bien agasajar a
los más ilustres mandatarios extranjeros que les visitan, cuál esŠ
¡Huohohoyyy! ¡Búbú! ¡Agárrate fuerte las orejas! Organizar cacerías
amañadas donde los animales somos debidamente drogados momentos
antes de ser puestos a tiro en el coto de caza, negándosenos así
toda oportunidad. ¿Qué te decía? ¡Habráse visto! Pero continuemos
con la lectura ¡Búbú!, de ello podría depender nuestras vidas. ¡Si
no dejas de leerŠ nada dejarás de saber! ¿Te lo puedes creer? Aquí
se refieren a Mitrofan como la «pobre bestia» ¿quién es el bestia?
Más abajo dice que antes de dar comienzo la cacería, nuestro
correligionario disfrutaba de su dichosa existencia en su veraniega
residencia de Novlenske, donde de buenas a primeras fue capturado,
metido en un deplorable cajón-jaula y trasladado sin miramientos a
tan fatídica farsa. ¡He! ¡He! ¡He! ¡Heyyy! ¡aquí lo dice bien claro:
durante el penoso trayecto se le suministró un colosal mejunje de
rica miel, aderezada con abundante vodka de la peor calidad. ¿Te das
cuenta? ¡Esta es la nueva treta que han ideado para darnos caza y
captura! ¡Pero yo soy un oso muy listo! De ahora en adelante, nos
abstendremos de sustraer a los turistas cesta alguna, por si un
agente secreto al servicio de su majestad, deseara tendernos una
trampa.
Huelga decirte ¡Búbú! lo piripi que salió de su triste habitáculo
el pobre Mitrofan. Por supuesto, la Casa Real ha desmentido
rotundamente el incidente. Pero fuera de las fronteras, de su coto
mediático, sus palabras no deben gozar de mucho crédito, pues a la
creciente repercusión diplomática, a la carta abierta que la actriz
francesa Brigitte Bardott le ha remitido publicada a su Alteza en
los distintos medios europeos, a la enérgica protesta de repulsa
expresada por distintas organizaciones internacionales, ahora se ha
sumado el propio presidente de la región de Vologda, V. Pozgalve,
quien superado por los acontecimientos, se ha visto forzado a abrir
una investigación para esclarecer los hechos por los que el
mismísimo Putin, desde el Kremlin, ha mostrado su interés, no en
vano es presidente de una vasta nación, conocida en todo el orbe,
como el Gran Oso Ruso. Pero no te hagas ilusiones ¡Búbú!, no seas
iluso. Mientras ande suelto tan soberano irresponsable, tú, yo y
todos los de nuestra especie estaremos en peligro. Por ello, ya
podemos ir advirtiendo a Ricitos de Oro, para que a su vez, dé el
parte a los Tres Ositos, y que éstos pasen la bola al Osito Misha, a
Balú, en la India, a Yakie el osito, a Ben, en las Montañas Rocosas,
hasta, no estaría de más, que se diera la voz de alarma a los ositos
de peluche, incluidos, los de Froilán y toda la cuchipanda, todo sea
que el mequetrefe de su abuelo, despechado por no encontrar
ejemplares en la fauna, la emprenda a tiro limpio con ellos.
¡Hey! ¡Búbú! No creas que he empleado la expresión «soberano
irresponsable» de modo coloquial y arbitrario, ¡muy al contrario!,
resulta que este individuo está sancionado por la Constitución
española como un auténtico y genuino irresponsable. Es decir, que
carece de responsabilidad. Y por consiguiente, haga lo que haga,
diga lo que diga, no puede ser juzgado ni llevado ante tribunal
alguno, pues Su Majestad, en esto, como en todo lo demás, parece
estar por encima de la ley, cuando con idénticos hechos otros ya se
encontrarían al margen de ella, o en la cárcel. Y claro está, ¡Bubú!
él, sin vergüenza, trapisondista donde los haya, se jacta de sus
trofeos obtenidos ora en Tanzania, ora en Tailandia, sin ser tenido
por ello como sanguinario turista reincidente. Pues ahí donde lo
ves, la tiene tomada con los de nuestra preciada piel. Al menos así
lo deduzco yo de otro turbio asunto acaecido allá por la primavera
de 2004 en Rumanía, donde también pereció un colega en oscuras y
etílicas circunstancias andando el susodicho por medio.
Sin que sirva de precedente, he perdido el apetito ¡Búbú! Será
mejor recogernos e invernar antes de tiempo, dando por finalizada la
temporada estival. No deseo acabar mi disoluta y feliz existencia de
alfombra en la Zarzuela. Según nos vaya entrando el sueño, hagamos
por recordar tiempos más propicios, en los que los reyes acababan
sus días de cacería, como el visigodo Fabila, hijo de Pelayo,
devorado por un ancestro nuestro y de Mitrofan. -
|