MARÍA CANO LA FLOR DEL TRABAJO

Madrecita, Flor del Trabajo, Virgen Roja del Proletariado. María de los Ángeles Cano Márquez nació en Medellín, el 12 de agosto de 1887, cuando los "Mártires de Chicago" (inspiradores del Día Internacional del Trabajo) estaban siendo juzgados en EEUU. Toda una premonición en la vida de María Cano. Idealista, poetisa, revolucionaria, María Cano ha sido una de las mujeres más extraordinarias de Medellín, de Colombia, de América, aun cuando "la cultura machista predominante como la nuestra (Mario Arango Jaramillo, autor de "María Cano, Flor Eterna") la ha juzgado desde la derecha hasta la izquierda con toda suerte de prejuicios".


María Cano vivió desde la infancia aires de libertad, justicia, democracia. El padre, Rodolfo Cano Isaza, rector de la Escuela Nacional de Varones, donde hoy se yergue majestuoso el Paraninfo de la Universidad de Antioquia, uno de los rincones más bellos de "la tacita de plata" (como es conocido Medellín), constituyó un ejemplo de amor a las ideas de la Revolución Francesa. Las tertulias organizadas por Rodolfo Cano Isaza con pintores, abogados, escritores, políticos, ingenieros, pusieron en contacto a María Cano con el frenético movimiento político, literario y artístico de Medellín, una ciudad pequeña, ordenada y limpia.


La calle de Bolivia (hoy convertida en un estercolero urbanístico, contaminada, sucia) brillaba por sus casas de tejados a dos aguas; fachadas pintadas de blanco; palmeras a un lado y otro de la calzada. El paseo de La Playa estaba regado de hermosas quintas y el monumental teatro Junín permanecía de pie, cuando la chifladura humana, la fiebre del desarrollo a costa de la belleza aún no había provocado su demolición. Floridos barrios como Belén, Prados o Buenos Aires y la estación del ferrocarril en la plaza de Cisneros, desde donde Medellín estaba en comunicación con el mundo a través del tren y el río Magdalena, navegable desde Puerto Berrío hasta la desembocadura en el Mar Caribe.


Pero en aquel idílico Medellín, la mujer continuaba marginada, sometida por una sociedad mojigata y tradicionalista, conservadora. El Gobierno agravó la situación tras privatizar la enseñanza en beneficio de las órdenes religiosas. El padre de María Cano debió abandonar la Escuela Nacional de Varones y la familia se trasladó primero a una casa más humilde y después a otra en El Salvador, un barrio netamente popular. A la edad de doce años, María Cano vio partir hacia la Guerra de los Mil Días (desatada por el Partido Liberal contra las medidas represoras del Gobierno; los repetidos fraudes electorales y la corrupción administrativa) a su primo Tomás Uribe Márquez, más tarde excomulgado por criticar a la Santa Madre Iglesia, solidaria con el Partido Conservador. Tres años de muerte y destrucción, un acicate para los secesionistas panameños bajo el padrinazgo del Tío Sam y la imbecilidad del presidente José Manuel Marroquín Ricaurte solicitando tropas a EEUU para sofocar a los rebeldes liberales. La ruina de Colombia hizo posible la firma del Tratado Herrán-Hay (rechazado por el Senado de Colombia) porque los gringos fueron muy contundentes a la hora de amenazar a José Manuel Marroquí Ricaurte. Firmaba el tratado o los gringos destrozaban aún más a Colombia.


A la muerte de los padres de María Cano (murieron con poco tiempo de diferencia entre sí), las tres huérfanas organizaron su vida. Una de las hermanas de María Cano empezó a trabajar como fotógrafa; la otra se hizo célebre como médium y María Cano asumió las faenas del hogar, además de leer libros de poesía y continuar la tertulia iniciada por su padre. Corría el año 1910 y Carlos Eugenio Restrepo Restrepo (quien más tarde dio nombre a la sección antioqueña de la Escuela Nacional de Policía, situada en un rincón feraz del municipio de La Estrella) tomó posesión como presidente de la República. La transformación urbanística, económica y política de Medellín se hizo notar. Nacieron varias organizaciones de obrero, artesanos y campesinos. También vio la luz el periódico "El Luchador". Asimismo, la bohemia (compuesta por jóvenes poetas, filósofos, músicos, abogados, periodistas) empezó a ser un dolor de muelas para la Santa Madre Iglesia. Aquel grupo de transgresores de las normas conservadoras fundaron la revista "Pamida", inspirada en el dios Pan o Dionisio, dios del vino y del relajo con las mujeres. Beber, follar y reírse de las costumbres imperantes. Uno de aquellos bohemios, Ricardo Uribe Escobar, más tarde nombrado director del periódico "El Correo Liberal", escribió un verso preñado de lirismo. Lo tituló "Las Cruces".

Las cruces que hay en el mundo / son trampas puestas por los hombres / para cazar a Jesucristo.

Es verdad que el Diablo le tiene / miedo a la cruz / pero Jesucristo le tiene mucho más miedo / y huye donde ve una.

Esto le ocurre / desde aquella vez / que le pusieron esa condecoración / tan grande que se enredó en ella / y se murió.

El implacable obispo de Medellín excomulgó a Ricardo Uribe Escobar, pero la belleza del poeta caló hondo en María Cano, quien fundó la revista "Cyrano", en honor de Cyrano de Bergerac, bohemio, visionario y aventurero. La vida de "Cyrano" duró apenas dos años. Tiempo más tarde, un contertulio de María Cano, dijo: "Siempre constituyó un misterio para mí cómo en semejante ambiente, saturado de poesía y bellas palabras, nació la Revolución". Después de "Cyrano", María Cano prosiguió su faceta literaria en el periódico "El Correo Liberal" (suspendido en 1926 por obra y gracia del obispo de Medellín). De la poesía dio el salto a la realidad de una sociedad en crisis. Descubrió la importancia del periodismo (democrático) como motor de ideas frente a los sinsabores del proletariado. Del director de "El Correo Liberal" leyó un libro (prohibido por el obispo de Medellín). Subrayó la siguiente frase: "Los derechos políticos son la salvaguardia de los derechos individuales, y nadie negará la humanidad de la mujer para privarla de los derechos individuales que todas las constituciones del mundo consagran justamente".


María Cano abrazó la defensa de los derechos de las mujeres, de los trabajadores, de los antimilitaristas. Lo hizo de forma práctica, con los propios interesados. En la Biblioteca Municipal de Medellín, cada tarde participaba con grupos de mujeres, obreros y ancianos en la lectura de Balzac, Zola, Tolstoi, Vasconcelos, Tejada (Luis Tejada Cano, pariente suyo). Aquella experiencia le permitió descubrir Medellín, sus barrios marginales, la gente humilde, las casas sin agua potable. ¡Qué contraste entre un Medellín rico y un Medellín pobre! Hoy subsiste la misma división (criminal) de la sociedad paisa. Lujo asiático en El Poblado y miseria en las comunas. María Cano, tras su iniciativa de organizar comités de auxilio para socorrer a los niños y viejos desasistidos, empezó a ser conocida por el nombre de Madrecita. "Llegó a ser una hada protectora" (Mario Arango Jaramillo). Aquella mujer, cercana a los cuarenta años de edad, dejó la poesía y las bellas palabras para transformarse en una agitadora de masas contra su propia clase.


Tras la detención de Raúl Eduardo Mahecha Caicedo, líder de la huelga petrolera en Barrancabermeja, y encarcelado en Medellín para "suavizar" a los alborotadores de Bacarrancabermeja, ciudad distante muchas horas de Medellín, María Cano encabezó una manifestación frente a la casa del gobernador de Antioquia. La trayectoria de aquella mujer en defensa de las víctimas de la opresión política, económica y religiosa le valió ser nombrada Flor del Trabajo, precisamente en vísperas del Primero de Mayo. Ese día tomó la palabra en un acto público: "Soy mujer y en mis entrañas tiembla el dolor pensando que pudiera concebir un hijo que fuera esclavo". Visitas a fábricas, discursos en las calles, artículos en la prensa. María Cano se había convertido en la Virgen Roja del Proletariado. Criticó la pretensión del Gobierno de gravar con un tributo nuevo a las mujeres. "Si las mujeres no gozamos del derecho del sufragio ni tampoco podemos manejar nuestro patrimonio, me parece injusto que seamos objeto de atención de la Hacienda Pública". El ex presidente Carlos Eugenio Restrepo Restrepo, contrario a dicha pretensión del Gobierno, también intervino en el mitin respaldando a Maria Cano.


La Virgen Roja del Proletariado empezó a viajar por Colombia. Tolima, Norte de Santander, Bogotá. En la capital de Colombia participó en el III Congreso Obrero Nacional. Allí conoció a Ignacio Torres Giraldo, el único hombre conocido de su vida. Bruto, ególatra y dictadorzuelo, así lo ha calificado Mariano Arango Jaramillo. Ignacio Torres Giraldo, más tarde nombrado secretario general del Partido Comunista Colombiano, escribió en su obra "María Cano, mujer rebelde": "Todavía le quedaban maneras bohemias y cierto exhibicionismo ajeno a la modestia, discreción y respeto a las masas proletarias (...). Incluso le recomendé que no usara vestidos de telas floreadas, sin mangas y con escotes exagerados". ¿Por qué una mujer como María Cano llegó a convivir maritalmente con Ignacio Torres Giraldo? Nadie lo sabe aún. En el III Congreso Obrero Nacional se acordó fundar el Partido Socialista Revolucionario como alternativa a los partidos tradicionales. En 1927, bajo la presidencia de Miguel Abadía Méndez, los trabajadores petroleros convocaron una huelga, reprimida por el Gobierno. María Cano, dijo en un acto multitudinario: "¡Soldados de la Revolución! ¿Olvidáis la lección escrita con sangre de nuestros hermanos y con llanto de huérfanos, viudas y ancianos desamparados? Vuestra acción será la respuesta".


El Gobierno remitió a la Cámara de Representantes la proposición de la "Ley Heroica", una herramienta para allanar la sede de los partidos, sindicatos y periódicos y detener a los sospechosos de la "conspiración comunista". En la zona bananera, miles de personas se arrojaron a las calles en solidaridad con los huelguistas. La fuerza bruta del Gobierno dejó más de mil muertos. El Partido Socialista Revolucionario, por iniciativa de Tomás Uribe Márquez, proclamó la insurrección armada. Todos los dirigentes del partido (Ignacio Torres Giraldo, Raúl Eduardo Mahecha Caicedo, Manuel Quintín Lame, Tomás Uribe Márquez y María Cano) fueron encarcelados. Casi un año después, tras la defensa hecha por el abogado Jorge Eliécer Gaitán Ayala (asesinado en 1948 durante los sucesos del "Bogotazo") de Tomás Uribe Márquez, hasta lograr su absolución, el resto de procesados fueron puestos en libertad. Ignacio Torres Giraldo, astuto, maquiavélico y oportunista, abandonó a María Cano y huyó a Moscú. Desde Rusia (sin amor) llegó a Medellín una delegación encabezada por el abogado Guillermo Hernández Rodríguez para depurar las responsabilidades de los dirigentes del Partido Socialista Revolucionario, tachados de "revolucionarios líricos" y "románticos idealistas". Ignacio Torres Giraldo salvó el pellejo por andar todavía en Moscú. Pero cuando regresó a Medellín se hizo cargo de la secretaría general del Partido Comunista Colombiano, un partido de corte estalinista. ¿María Cano? Dejó la vida política y consumió el resto de sus años en soledad. Nunca quiso engrosar las filas del Partido Liberal, precisamente por lealtad con en el Partido Socialista Revolucionario.


María Cano es un ejemplo contra el "pragmatismo" de no pocos carpantas (muertos de hambre, paniaguados) de la política, hoy contigo y mañana con quien me dé un plato de lentejas. Los falsos profetas de la clase obrera colombiana han borrado su nombre de la historia. Sólo la Fundación Universitaria María Cano y Mario Arango Jaramillo la han sacado del pozo del olvido.

Autor: Rafael Sánchez Armas (2002).

PELÍCULA


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RAFAEL SÁNCHEZ ARMAS

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